¿De qué manera ha de cambiar el clima?

Los modelos climáticos actuales predicen un calentamiento mundial de cerca de 1,4 – 5,8º C entre 1990 y 2100. Estas proyecciones se basan en una amplia gama de hipótesis acerca de las principales fuerzas que dirigen las emisiones futuras (tales como el crecimiento demográfico y el cambio tecnológico), pero no parten de la base de que se apliquen políticas sobre cambio climático para reducir las emisiones.

Aun un aumento de 1,4º C sería más importante que cualquier tendencia a escala temporal de siglo para los últimos 10.000 años. Esta proyección toma en cuenta los efectos de los aerosoles y los efectos retardantes de los océanos. Debido a la inercia oceánica, la superficie de la tierra y la capa inferior de la atmósfera se seguirán calentando durante cientos de años aún cuando las concentraciones de gases de efecto invernadero dejaran de aumentar en 2100.

Se prevé que el nivel medio del mar aumente de 9 a 88 cm para 2100. Esto obedecería principalmente a la expansión térmica en las capas superiores de los océanos, a medida que se calientan, con alguna contribución de la fusión de los glaciares. La gama de incertidumbre es amplia, y el cambio de las corrientes oceánicas, los movimientos locales de tierra y otros factores han de provocar un aumento de los niveles del mar locales y regionales mucho mayor o mucho menor que la media mundial. La fusión ligeramente más rápida de las capas de hielo de Groenlandia y la Antártida probablemente estarán contrarrestadas por un aumento de las caídas de nieve en ambas regiones. A medida que el calentamiento penetra más profundamente en los océanos y el hielo se sigue derritiendo, el nivel del mar ha de continuar aumentando mucho tiempo después de que las temperaturas de la superficie se hayan estabilizado.

Las predicciones del calentamiento en el plano regional y estacional son mucho más inciertas. Si bien se prevé que la mayor parte de las zonas han de estar sujetas a calentamiento, algunas se calentarán mucho más que otras. Se prevé que el calentamiento más importante se produzca en las regiones frías septentrionales en invierno. El motivo es que la nieve y el hielo reflejan la luz del sol, por lo cual, al haber menos nieve, se absorbe más calor del sol, lo que aumenta el calentamiento; se trata de un enérgico efecto de respuesta positiva. Para el año 2100, las temperaturas invernales, en el Canadá septentrional, Groenlandia y el norte de Asia deberían aumentar en un 40% más que la media mundial.

Según las proyecciones, las regiones interiores han de calentarse más rápidamente que los océanos y las zonas costeras. El motivo es sencillamente la demora producida por el océano, que impide que la superficie del mar se caliente tan rápidamente como la tierra. La importancia de esta demora depende de la profundidad a que penetra el calentamiento en los océanos. En la mayor parte de los océanos, los primeros cientos de metros de agua de la superficie no se mezclan con las aguas más profundas. Estas capas superiores se calentarán en unos pocos años, mientras que las profundidades del océano permanecerán frías. El agua se mezcla hacia abajo en las profundidades oceánicas sólo en unas pocas regiones muy frías como el Atlántico al sur de Groenlandia y el Océano Austral cerca de la Antártida. En estas regiones el calentamiento se verá demorado debido a que la cantidad de agua que deberá calentarse para que la misma temperatura cambie en la superficie será mayor.

Está previsto que las precipitaciones mundiales aumenten, pero se tiene mucha menos certidumbre en cuanto a las tendencias a nivel local. Hacia la segunda mitad del siglo XXI, es probable que aumenten las precipitaciones de invierno en las latitudes septentrionales medias a elevadas y en la Antártida. En el caso de los trópicos, los modelos indican que en algunas zonas terrestres habrá más precipitaciones y en otras menos. Australia, América Central y África meridional mostrarán disminuciones coherentes en las lluvias invernales.

Debido a la mayor cantidad de lluvias y precipitaciones las condiciones del suelo serán más húmedas en invierno en las latitudes elevadas, pero debido a las mayores temperaturas, los suelos podrían ser más secos en verano. Los cambios locales y la humedad del suelo son claramente importantes para la agricultura, pero aún es difícil simularlos en los modelos. Incluso son inciertos los indicios del cambio mundial en la humedad del suelo en verano, ya sea que aumente o disminuya.

Es probable que cambien la frecuencia y la intensidad de los episodios meteorológicos extremos. Debido al aumento de la temperatura mundial el mundo probablemente ha de experimentar más días cálidos y olas de calor y menos días de heladas y rachas de frío. Los modelos climáticos muestran también de forma constante episodios de precipitaciones extremas que son cada vez más frecuentes en muchas zonas y un aumento del riesgo de sequía en las zonas continentales en verano. Hay también pruebas de que los huracanes podrían ser más intensos (con vientos más fuertes y más lluvias) en algunas zonas. Los modelos coinciden poco en lo que respecta a los cambios en las tormentas de latitudes medias. Hay también otros fenómenos, como las tormentas eléctricas y tornados, en los cuales los conocimientos actualmente son insuficientes para hacer proyecciones.

No pueden descartarse transiciones climáticas rápidas e inesperadas. La más espectacular de esas variaciones, el colapso de la capa de hielo del Antártico occidental, que provocaría un aumento catastrófico del nivel del mar, en la actualidad se considera poco probable durante el siglo XXI. Hay pruebas de que en sólo unas pocas décadas podrían producirse cambios en la circulación oceánica que tengan un impacto significativo en el clima regional (tales como el debilitamiento de la corriente del Golfo que calienta Europa), pero se desconoce si el calentamiento por gases de inverna-esencadenar ese cambio. Los modelos climáticos que muestran un debilitamiento de la corriente del Golfo aún proyectan un calentamiento en Europa.

Fuente: Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente y la Secretaría sobre el Cambio Climático (UNFCCC).

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