Literatura y cambio climático: Cuando el colapso lo explican las raíces de la Tierra…

El último libro de la escritora argentina Mariana Di Acqua es una obra que, dentro de la literatura fantástica, oscila entre la ciencia ficción y la problemática ambiental de nuestro planeta. El cambio climático no es ajeno a "Las Raíces de la Tierra", por lo que decidimos consultarla al respecto en la última Feria Internacional del Libro en Buenos Aires.

 

Mariana Di Acqua

 

¿Por qué la historia está situada en un contexto tan actual al nuestro, en lugar de hacerlo más adelante en el tiempo, con un desarrollo más futurista, como lo hacen otras distopías en boga?

El libro narra la historia de una civilización que tuvo que refugiarse en el interior de un cordón montañoso, para protegerse del clima extremo que les impidió la subsistencia en el exterior. Me pareció interesante que la trama personificase los motivos del colapso de una civilización.

La sociedad que describo llevó a su planeta al borde del colapso por extraer indiscriminadamente un mineral esencial para su subsistencia. Al momento de narrar una historia resulta más sencillo presentar un panorama estable, aunque sea catastrófico, en lugar de aceptar el desafío de explicar cómo se llegó a dicho status quo.

 

A propósito, ¿cómo surgió la idea de utilizar los problemas ambientales como parte de esta historia fantástica?

Por lo general, en las entrevistas me preguntan qué me gusta leer, cuál es la literatura que me inspira y hasta me da la impresión de que esperan que mi respuesta pase de Tolkien a Le Guin hasta llegar a Liliana Bodoc. Sin embargo, descubrí a estos autores de manera tardía.

En realidad, me gusta mucho leer divulgación científica e investigar sobre el mundo maravilloso en el que vivimos. Lamentablemente, al crecer, muchas personas pierden la mirada extasiada y la curiosidad que tanto caracteriza a los niños. Mi intención, tanto al investigar como al escribir una historia, es recuperar esa capacidad de asombro que cada salida y puesta de sol traen consigo.

Las Raíces de la TierraVolviendo a la pregunta, cuando comencé a buscar información para escribir La Leyenda de las Selkies del Agua, me encontré con una serie de libros y de artículos científicos que me resultaron no solo interesantes sino, también, muy alarmantes por el estado crítico en que se encuentran los océanos. Desde la acidificación cada vez más acentuada del agua a las problemáticas que enfrentan los seres marinos. Los cuales, me resultaron fascinantes. Que existan mamíferos que necesitan respirar el oxígeno del aire pero que subsisten en un medio acuoso, que es donde se encuentra su alimento, me parece fascinante. Buscando información sobre las focas (la leyenda escocesa sobre las selkies está directamente relacionada a ellas) terminé encontrando información sobre habitantes no humanos de la Patagonia Argentina que me robaron el corazón. Así, pasé de leer sobre focas a elefantes marinos, a adentrarme en las orcas y detenerme en las ballenas.

Un guarda fauna argentino y reconocido estudioso del comportamiento de las orcas en libertad, Juan Carlos López, una vez me dijo que la naturaleza era su templo. Sumado a eso, me impactó la reflexión que hace Roger Payne en su libro Entre ballenas, cuando dice que la labor de los científicos es la de proveer los datos que son necesarios para conocer y preservar a los animales marinos. Entonces, insiste en que el deber de los artistas es el de “hacer de puente” para tocarle el corazón a las personas, haciendo que se interesen por las problemáticas que nos conciernen a todos. El resultado de sus lecturas son mis últimos libros.

 

Tus libros no sólo pueden leerse en la versión impresa, sino que la editorial de la Fundación Plan 21 se interesó por ellos y los editó en formato electrónico. ¿Cómo fue el proceso?

Conozco a la directora del proyecto de Carbono Cero, una iniciativa de la Fundación. Cuando me encontraba en el proceso de investigación, la contacté para pedirle asesoramiento. Ella se interesó por la temática del libro, al punto tal de que terminó dándole el visto final a la última corrección.

La editorial de Plan 21 surgió como apoyo a su programa Carbono Cero, para difundir la problemática del cambio climático. Es por eso que sus publicaciones son digitales, para no agravar la huella de carbono ambiental. Actualmente, mi aporte al proyecto es desde el arte, a través de mis libros.

 

¿Hay algún personaje con el que te sientas identificada? ¿Por qué?

Contestar que con la protagonista es un poco obvio, ¿no? (risas). La verdad es que, salvando las distancias, creo que el personaje con el que me siento más identificada es Leara. Se trata de un personaje secundario y muchas de sus acciones son nefastas. Pero lo que me une a ella es el amor por su hijo y el deseo atávico de protegerlo, de la amenaza que la ciencia y su propia sociedad representan para él.

 

En otras entrevistas, has dicho que tu intención es que las personas que lean tus libros tomen conciencia de los problemas ecológicos por los que estamos atravesando. ¿Qué esperas que ocurra si esto sucede?

¡Qué pregunta!… Decir que mi deseo es que tomen conciencia, hoy por hoy, considero que es poco. Vivimos en una sociedad peligrosamente dormida. Las personas hacen las compras con su bolsa de tela verde y ya con eso sienten que es un montón lo que están haciendo por el medio ambiente.

Esperar políticas proteccionistas que amparen a la naturaleza en base a leyes es un poco fantasioso. El sistema social y económico dentro del cual vivimos se sustenta, justamente, en el consumo indiscriminado y, por ende, en la explotación voraz y destructiva de los recursos naturales.

En mi fantasía de un final feliz para este planeta, mis libros forman parte de una toma de conciencia individual de cada persona. Un replanteo del tipo “¿qué es, dentro de mi día a día, lo que agrava los problemas?” y, entonces, llegar al gran “¿y qué puedo hacer al respecto?” que incluya decisiones cotidianas y no un lavado de conciencia a través de la donación mensual a las organizaciones ecologistas, a las que no estoy criticando. Obviamente, cumplen un rol social muy importante. Pero igual de importante debiesen ser las acciones particulares de cada individuo dentro de su desenvolvimiento en los diferentes roles sociales que ocupan en su vida.

 

Extrapolando las actuales problemáticas ambientales, ¿cómo percibes el futuro próximo de la humanidad?

Es la pregunta que me hago todos los días al despertar.

Mi labor es artística, no tengo una formación científica. Si bien, los temas ambientales me interesan mucho y trato de leer todo lo que puedo al respecto. Basándome en los libros y artículos que trato de leer al día, obviamente mi “futurología” del planeta y las especies que aquí vivimos no es muy alentadora. Pero, cada vez que llego a esta conclusión, miro a mi hijo. Y me pregunto a qué mundo lo traje. No puedo garantizarle una estabilidad que no depende de mí. Pero sí me comprometo con toda la fuerza de mi ser a que su estadía en este mundo sea lo menos caótica posible. Eso implica desde reciclar nuestros residuos y consumir responsablemente, a tratar de no agravar los problemas mientras busco y me informo sobre cómo puedo formar parte de la solución.

 

En un contexto de enorme presión antrópica sobre la biosfera, ante la posibilidad de un colapso civilizatorio, ¿qué opinas acerca del tecnoptimismo?

Pienso que mi opinión está muy bien ilustrada en el final del libro.

“Creer” que la tecnología nos va a “salvar” no dista mucho de la creencia medieval de un dios resucitador. Lamentablemente, lo que cambió en el discurso es el escenario. Y el actual, que es el nuestro, es tremendamente más grave que la desertificación a la que los antiguos feudos sometieron a sus bosques. Porque la creencia de un “algo” que va a reparar los daños, que en este caso es tecnológico, no solo no los detiene sino que los agrava y acelera el colapso que ya estamos vislumbrando.-

 

Entrevista bajo licencia CreativeCommons BY-NC-ND 3.0

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