(de JP, en Dondado.es)
Vivimos meses en los que el cambio climático se está convirtiendo en una poderosa arma política, ya no sólo a nivel global, sino también a nivel nacional e incluso regional, siendo quizá un momento para aportar algo de luz en el maremágnum que se está montando.Que la economía está detrás del cambio climático, creo que a nadie se le escapa. De hecho, el Protocolo de Kioto, firmado en diciembre de 1997, tiene como objetivo reducir las emisiones de seis gases que provocan un calentamiento global, con una filosofía de pago-por-contaminar en caso de incumplir compromisos.
Protocolo de Kioto
Posición de los diversos países respecto al Protocolo de Kioto:
* █ Firmado y ratificado.
* █ Firmado pero con ratificación pendiente.
* █ Firmado pero con ratificación rechazada.
* █ No posicionado.
Sin embargo, el acuerdo no entró en vigor hasta febrero de 2005, tras la ratificación por parte de Rusia a finales de 2004. El hecho de que todavía haya países no adheridos al Protocolo de Kioto, entre los que destaca la ratificación rechazada de Estados Unidos, es un síntoma de que el enfermo, esto es, nuestro planeta, no goza de buena salud y probablemente su enfermedad vaya empeorando.
En términos prácticos, la ONU maneja previsiones de aumento de la temperatura media de la superficie del planeta entre 1,4 y 5,8 °C en 2100. El aumento de la temperatura, es un fenómeno lento en el que es difícil disociar el efecto de la mano del hombre de los ciclos propios de calentamiento y enfriamiento del planeta. Y quizá por lento a veces, podemos perder sensibilidad ante la importancia del problema.
Lo que ya podemos observar, más a corto plazo, es que el cambio climático se está manifestando con un importante aumento de la variabilidad climática, esto es, con una mayor frecuencia en la observación de extremos, siendo más probables sequías y grandes precipitaciones, alternar por ejemplo inviernos secos con primaveras anormalmente húmedas o pasar de tener el verano más caluroso de los últimos 50 años a tener al año siguiente el más frío en ese periodo.
A nivel de la Península Ibérica, creo que no sólo hemos de mirar a los gases de efecto invernadero, sino también estar atentos al fenómeno de la deforestación. Si bien la España verde, esa pequeña franja de apenas 50 km en la zona norte, no se vería afectada al proceder el agua de las lluvias del mar, el interior peninsular depende de la evaporación del terreno y de la masa forestal para poder mantener los niveles actuales de precipitación, por lo que su deforestación o desertización puede tener consecuencias muy negativas.
Fuente: www.dondado.es
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