El calentamiento global podría liberar depósitos de hidratos de gas que se encuentran en forma de hielo en los márgenes de los polos y provocar deslizamientos del fondo marino que causarían tsunamis y oscilaciones del nivel del mar. Estas son algunas de las conclusiones de la Campaña Polar SVAIS, que ha estudiado el cambio climático natural y el relieve submarino del océano Ártico.
A bordo del Bio Espérides, expertos del Instituto Catalán de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA), del CSIC, de la Universidad de Salamanca y de Noruega e Italia han estudiado el fondo submarino del estrecho de Fram, zona de contacto del agua fría del océano Ártico con las aguas más cálida del Atlántico, un lugar clave para ver hasta dónde llegó y cuál fue el espesor de hielo en la última glaciación, hace 11.000 años.
Miquel Canals, catedrático de Geografía Marina de la Universidad de Barcelona (UB) y unos de los investigadores, ha explicado que estos hidratos de gas son combinaciones de gas, básicamente metano, y agua que adquieren forma de hielo.
Ha añadido que cuando la temperatura y la presión disminuye y el agua y el gas se disocian y se separan, hacen que el sedimento del fondo se vuelva inestable. Además este gas cuando se quema naturalmente puede expandir su volumen inicial hasta 160 veces.
Angelo Camerlenghi, investigador principal del SVAIS, ha explicado que los polos son el motor de la circulación oceánica a escala planetaria, y el Ártico es un delicado sensor medioambiental que alerta de los efectos del cambio climático.
Roger Urgelés, del departamento de Estratigrafía, Paleontología y Geociencias Marinas de la UB ha remarcado que estos hidratos tienen un papel fundamental en el inicio de los desplazamientos marinos y que bajo las condiciones climáticas actuales "se podrían producir estos fenómenos, y la humanidad se vería afectada por procesos catastróficos si se sigue la tendencia del calentamiento global".
La expedición ha cartografiado más de 8.600 kilómetros cuadrados del suelo glacial del Storfjiorden, al sur de las islas Svalbard, una zona libre de hielos poco conocida y dominada en el pasado por grandes corrientes de glaciares y en la que hace 10.000 años hubo hasta 500 metros de hielo de espesor.
Los expertos han comprobado que en el último glaciar hubo cambios muy rápidos de temperatura, como ocurre ahora, de hasta 7 grados en 20 años que provocaron grandes deshielos, y consideran que en la fase interglaciar que vivimos ahora también pueden suceder cambios similares.
Han llegado incluso a detectar los rastros de las corrientes de los glaciares en una especie de autopistas submarinas que ahora están sumergidas a unos 300 metros por debajo del mar y que hace 10.000 años estaban en la superficie.
La expedición española, que se ha organizado coincidiendo con el 125 aniversario del Año Polar Internacional, también ha estudiado entre los meses de julio y agosto de 2007 sedimentos oceánicos situados a 31 metros de profundidad.
Según los expertos, el casquete polar de Groenlandia está en condiciones de desequilibrio, y el agua que hay debajo del glaciar hace que éste se mueva, lo que podría provocar una invasión de agua dulce en el Atlántico que podría alterar la circulación de las corrientes marinas.
Cada vez que se produce un cambio climático, que es como la respiración de la tierra, cambian los límites de las costas y las plataformas continentales, y si el casquete polar de Groenlandia se funde, esta masa de agua liberada al mar provocaría un aumento del nivel con consecuencias imprevisibles.
Fuente: www.hispamp3.yes.fm
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