Aunque débil, el clamor es perceptible. Millones de personas, las más desventuradas por la pobreza y aquellos que intentan con gran esfuerzo salir de ella, piden un cambio de perspectivas, piden inclusión, piden ser tenidas en cuenta, piden no ser victimas del desperdicio, la irresponsabilidad y las ineficiencias del primer mundo. Quizá nuestro planeta pide lo mismo.